30/4/09

Cambios...

Podría ser que la crisis nos trajese grandes cambios, no sólo de números negros a números rojos en nuestras libretas de ahorro, cambios tan importantes como en su momento fue la caída del Imperio Romano, la expulsión de los judíos o la revolución francesa.

La crisis mundial de los sistemas financieros puede terminar con una “milagrosa” recuperación, merced a los buenos oficios de los diferentes gobiernos, al respaldar y financiar a las grandes corporaciones que han hecho de su capa un sayo, y de los ahorros de todos, una fiesta de millones en salarios de escándalo y contratos blindados para sus directivos, que deberían ser delito perseguible de oficio hasta por el alguacil de mi pueblo.

Sí, podría ser que las medidas que se están tomando propiciasen esa recuperación inmediata por la que todos suspiramos, aunque habría que extender las ayudas a las pequeñas empresas e, incluso, a las familias. Todos tenemos parecidos problemas de liquidez, hemos estirado más el brazo gastador que la manga ahorradora.

Que no cunda el pánico, pero tenemos ya cierta obsesión por adivinar cuanto nos durará este empleo de mierda pero que no me falte, que si me falta adiós a la letra del piso, adiós a la letra del coche, adiós al colegio del niño… y si dejamos de pagar la letra del piso, la del coche y el recibo del colegio, apaga y vamos nos.

No hace muchos años- ¿o sí los hace?- les dio a las empresas por ahorrar en costos y mejorar los beneficios a base de despidos, aprovecharon otra crisis para “aligerar” el peso de sus plantillas. Pero muchos no supieron ver que cada despido supone un mínimo de cuatro a cinco consumidores que desaparecen, que dejan de comprar muebles, colchones, coches, toallas, televisores… Un millón de parados suponen cuatro millones de usuarios que consumirán lo justo, la comida y poco más ¿qué hacemos entonces con las fábricas?

Como decía al principio, esta crisis, si persiste, si persiste y se agrava, puede traernos cambios tan profundos como lo fue en su día la desaparición del patrón oro, cuando los Bancos Nacionales y los Estados no fabricaban dinero a capricho, ni manipulaban el precio (los intereses) del dinero, se limitaban a imprimir billetes y respaldar, en oro, el valor facial de billetes y monedas emitidos.

Cambios tan profundos que no podemos imaginarlos pero que transformarían el sistema mundial de producción, del comercio, que exigirían incluso la aparición de nuevas formas de hacer política, nuevas ideologías, porque las conocidas han fracasado, todas.

“He tenido un sueño…”

15.11.08

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