30/4/09

La araña negra

Lamentable espectáculo, el jefe del Estado- y la familia- humillándose, y humillándonos, al besar la mano del tal Rouco, representante de una iglesia montaraz y caduca.
Este título de la novela del inolvidable V. Blasco Ibáñez conllevó- y no sé si todavía conlleva- la excomunión por su lectura. Fui por tanto excomulgado a los catorce años. Año de gracia de mis primeras y continuadas lecturas de la obra de este escritor valenciano que, además, fue periodista excepcional, viajero impenitente y observador agudo, político, empresario y, casi visionario al predecir, hace un siglo, qué sería China en el mundo en nuestra época, el dragón dormido despertaría y- algo que sólo provocaba sonrisas en su época- supo prever que desbancaría a los americanos del liderazgo politíco-económico mundial en las postrimerías del siglo XX. (Ya, ya, cuando se les pase el sarpullido del comunismo de cuello Mao que será en cuatro días).

El título de aquella novela, la Araña negra (referida al poder oscuro y oculto de los curas), me viene al pelo para intentar explicar que el problema con la iglesia vaticana en general, y con la española en particular, no sólo es cuestión de cerrar el grifo de los dineros públicos, que ya sería un buen comienzo. El problema reside, en que son una organización sectaria que, durante dos mil años, ha creado redes infinitamente más amplias y tupidas que las del sionismo mundial, que ya es decir.

En España existen miles y miles de asociaciones, clubes y otras formas de agrupación de los practicantes que, según su nivel de implicación y fanatismo, pertenecen a diez, o quince, o más organizaciones y, todas ellas, tienen como fin extender su influencia (en la sociedad, en la economía, en los centros de poder), captar adeptos, adoctrinarles hasta límites que no sospecha el ciudadano medio apartado de esas colectividades. Algunas de ellas, de denunciarse, podrían entrar, con méritos, en la categoría de sectas peligrosas, alienantes.

Todas esas organizaciones, que van desde las asociaciones de padres católicos, madres católicas (podían tener una y asistir la pareja pero así las multiplican por dos), hijos católicos, jóvenes pro vida, más jóvenes pro rosario del fin de semana y así hasta veinte mil organizaciones que, casi todas ellas piden, y suelen obtener, subvenciones de: Ayuntamientos, Diputaciones, Consellerías, Gobierno autónomo y del mismo Estado Central, además de las aportaciones de sus miembros y miembras (en casos llegan a la donación del patrimonio familiar).

Luego están las que dicen cumplir una misión divina en la tierra: la enseñanza (menuda bicoca, la obtención de beneficios por gestión empresarial pura y dura y la cantera de futuros adoctrinados de por vida, no pueden renunciar a esa tarea "divina" aunque les vaya la vida en ello), las asistenciales (se nutren de las donaciones, subvenciones y "cuestaciones", en definitiva no aportan nada, gestionan lo que les damos y gastan sólo una parte en esa labor asistencial, el resto irá las arcas del vaticano, tras dejar sus diezmos en obispados, prelaturas y demás estamentos que consumen recursos y no generan más que veneno. Por cierto, en esta categoría encontraremos a monjitas con muy mala leche haciendo de enfermeras, de casi médicos, de técnicos de ésto y lo otro, sin preparación, sin formación ni titulación, realizando actividades por las que, a cualquier mortal, le podría caer una sentencia rápida por intrusismo. También hacen de maestras sin título, por supuesto.

Todo este entramado de intereses y de asociados configuran eso, una red tupida, que a su vez forma parte de la sociedad. Te puedes encontrar con este tipo de personas en cualquier lugar, viven absolutamente imbuidos por la catequesis y las homilías de sus "pastores" (¿aún no les molesta ser llamados ovejas?) y las directrices que de sus reuniones, diarias o semanales, emanan y hacen de la lucha y la confrontación un lema de vida. Contra esas organizaciones es difícil luchar, a ellos no les vayas con argumentos, con libertades, con respeto a los demás, con derecho a la diferencia... olvídate, o estás con ellos o eres el infiel, el que ha de arder en los infiernos por una eternidad, tan eterna que todavía no han atinado a describirla.

Son una secta, y los sectarios están programados. Su oposición a la libertad del aborto (se hacen llamar pro vida como si los demás fuésemos pro muerte) les lleva en algunos casos a matar, tranquilamente. Hay algún caso ya en el que se han apostado a la entrada de una clínica y han recibido a tiros al médico, abatiéndole como a un animal, los pro vida.

Tenemos un gran problema porque mucha, mucha, gente está imbuida, aleccionada para levantarse en armas, para luchar contra cualquiera que toque los intereses de su santa madre, la iglesia. En tanto que, quienes deseamos la libertad, real, para todos, que no soportamos la imposición venga de donde venga, no estamos organizados, no mataríamos a alguien por pensar diferente. Parece tan obvio... pero esa es la gran diferencia, estamos casi indefensos frente a la belicosidad de esa gente, frente a organizaciones milenarias que sobreviven a los gobiernos, a las políticas y a la humanidad, ellos se recrean con cada generación, se retroalimentan como un monstruo sideral venido del más allá. Temblad agnósticos, las religiones terminarán con la humanidad, antes que el cáncer o el sida.

Pero, aquí, podemos empezar por no darles un céntimo de dinero público; sustituir a monjitas analfabetas, en hospitales y centros de ancianos, por personal cualificado que no tendrá que emigrar, finalizados sus estudios, por falta de puestos de trabajo; impedir que dirijan escuelas y colegios, o eduquen, sin la titulación mínima necesaria; que no se concierte con centros religiosos la enseñanza (pagamos su adoctrinamiento con dinero público), prohibir las manifestaciones religiosas en actos oficiales, nada de funerales con el boato púrpura y oro de los príncipes de la iglesia disfrazados de ellos sabrán qué; fuera de los cuarteles los curas a sueldo; impedir que centros de atención a divorciados (puntos de encuentro) sean gestionados por asociaciones afines a la iglesia con dinero público (los divorciados no les caen bien y lo demuestran).

La lista podrían ser casi infinita pero os quiero dejar un espacio, seguro que conocéis alguna de las miles de asociaciones religiosas que absorben fondos públicos como ventosas, las incorporamos al listado, luego se lo haré llegar a los monclovitas próximos a ZP y que se muevan de una puñetera vez.

Iz en paz hermanos.

18.09.09

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