19/8/10

Las primarias que vienen

Con motivo de la desobediencia civil de Tomás G., Secretario General de la Federación Socialista Madrileña al competir por la cabeza de lista en Madrid, en contra de las directrices de la Comisión Ejecutiva Federal que prefería a Trinidad Jiménez, saltan a la palestra las encontradas opiniones sobre si la obediencia al Partido es prioritaria, o si debe primar la libertad personal del afiliado. 
La costumbre en las Ejecutivas de los partidos se está convirtiendo en ley, las listas las deciden entre tres o cuatro miembros de la cúpula en Madrid, aunque se organicen primarias que más o menos sean tuteladas orgánicamente.
De todas formas, quien ahora se siente damnificado, Tomás G, también fue llevado en volandas (digitalmente) a Madrid por la Dirección de su partido (ZP), y no le pareció mal, ni pidió primarias para que le apoyasen, o no, los afiliados de la federación madrileña, tan dada ella a las confrontaciones cainitas a lo largo de su historia.
Que la feria la cuenta cada uno segùn le va en cada momento, también es cierto. Pero es evidente que se ha perdido el sentido de la democracia interna. Se han tolerado las corrientes (hace unos años Guerra parecía un ángel luciferino cortando cabezas de los sospechosos de pertenecer a cualquier "corriente" que no fuese la de los "fontaneros"), pero se ha consolidado la férrea disciplina de partido, "la Dirección" detenta un poder onmimodo, incontestado y, lo cuiroso, es que cuando es contestada mayoritariamente esa fórmula de totalitarismo interno se pierde el gobierno, si se tiene.
 ¿Alguien se imagina a Guerra hace veinticinco años defendiendo la social democracia como la defiende ahora? ¿Quien no recuerda la decapitación política de algunos estupendos cerebros del PSOE por declararse pro socialdemócratas, a manos de ese mismo Guerra? Nos debatimos entre el posibilismo (manejar el BOE y quedarse con él unos años) y la utopía. La democracia compite mal con los delincuentes, con el terrorismo, con los sinvergüenzas... casi siempre sale perdiendo y se burlan y hacen escarnio de ella los que viven al márgen pero se aprovechan del sistema. 
¿Honra sin barcos o barcos sin honra? El purismo y el funcionamiento asambleario (única vía auténticamente democrática, aunque manipulable) se llevan muy mal con el pragmatismo político: o llegas al poder para hacer con él lo que el Partido, el Programa y la Sociedad (una parte mayoritaria de ella) han aprobado, o te quedas al fresco durante otros cuarenta años, que la derecha cuando llega a tomarlo (por la fuerza o en las urnas) se queda, a toda costa. 
Así que democracia toda, primarias todas las necesarias, pero... ojo, no seamos cainitas y dentro de veinte años añoremos un líder carismático, o no, capaz de llevarnos a la Moncloa. Aquí sólo hay una derecha, ámplia, absoluta, pero izquierdas siempre hay la tira de contar, así nos suele ir. /

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